28 feb 2014

La Cicatrice Intérieure

Film experimental de Garrel. Una pareja camina a través del desierto. Ella parece culparle a él de su situación y grita que no puede respirar. Él la ignora. Un niño observa a un jinete detenido en el interior de un círculo de fuego. Un arquero desnudo llega a una playa en su barco y explora el territorio. Allí encuentra a una mujer y a un niño en mitad de un paisaje helado... (FILMAFFINITY)

La mujer le pregunta a su acompañante “¿Adónde me llevas?” mientras se adentran en un enorme paisaje desértico. No está claro si ella está siendo rescatada o secuestrada, él -al parecer- olvidó contestar. Él es Philippe Garrel y estamos viendo su película, ella es Christa Päffgen, conocida como Nico.
Al armonio tengo conciencia de haberlo escuchado por primera vez acompañando las letanías sudorosas de Nusrat Fateh Ali Khan. Esta especie de teclado con fuelles produce un sonido insistente que lo ha hecho popular en la música con pretensiones espirituales. Entre ellas la de Nico, quien a inicios de los setenta -armada con un armonio de mano- buscaba un sonido, algo que ya no pudiera llamarse rockandroll.

5- La Gran Mirada Circular (así Zarathustra)

En La cicatriz interior, film de Philippe Garrel de 1972, no es una sociedad lo que el desierto refleja. Metáfora de un vacío interior, el espacio fantasmático que habitan los personajes es un espejo de su propio estado de ánimo. Tras la resaca del 68, esa Última Gota, la generación de Garrel vio cómo sus esperanzas eran definitivamente fusiladas. Él y otros, como Antonioni y Fellini con el neorrealismo, conformarían una Nouvelle Vague sin Pub y sin París. Se verían recluidos en sí mismos, y dejarían de ser realistas y pedir lo imposible. Perderían el lenguaje y, por obligación, el marco. Filogenia de la mirada circular des-marcada: el personaje masculino, vestido como un dandi y que insiste en abandonar a Nico y avanzar solo, realiza un círculo perfecto sobre la arena, la cámara fija sobre él. Vuelve a dar al mismo sitio, con el mismo interlocutor incomprensible. Primeros filmes propiamente desérticos y sintomáticos, en ellos se pierde la narración, se pierde el hilo con el que se sujetaba el objeto como un globo de helio o un perrito faldero. Se va abriendo el espacio, y sobre él, como sobre la arena, se deposita, acumulándose, el tiempo. Cine del cuerpo, decíamos, pero también de lo que con él hace el tiempo. Cine de las heridas y las cicatrices.

Como venimos apuntando, el tránsito del (Cine)León al (Cine)Niño es análogo al cambio de la mirada cuadrangular por la circular. En ello hay un ímpetu subversivo: el paso de la imagen clásica a la imagen moderna es una ruptura no sólo gramatical. En ello no sólo aparecen las “agresiones” que persigue Bürch, las “defecciones de la imagen” de Bachelard y Barthes, sino también un programa escatológico: la deslegitimación leónida, la superación del desierto de la representación. Inserción de las categorías de producción y reproducción. Como veremos, este proceso tardomoderno es una forma de superar la desrealización (Jameson) o irrealización (Metz) características de la imagen cuadrada y capital.
En el desierto, hablando con propiedad, es imposible la mirada cuadrangular. El espacio es en sí redondo y carece de límite o pared. Justamente lo mismo ocurre con la propia mirada, cuando ésta es dejada libre: el horizonte, entonces móvil, se va plegando siempre sobre sí, provocando nuevos espacios redondos que se extienden sobre la superficie. Lo específico del desierto, amén que en él no es posible la vida, es que en él no se da ningún lenguaje o gramática. Aquí reside el punto de inflexión: al no poder desplegar el viejo lenguaje, es necesario generar uno nuevo. Al primer momento de “¡Ya no sé hablar!”, le sigue el silencio. Luego, vendrá el balbuceo incipiente. Estamos pues, en plena travesía. (Crítica de McCunninghum para filmaffinity)

Nihil est.

Garrel, Philipe (París-1948), firma una película de sinceridad extravagante y encriptada, sin intenciones explicativas, sino voluntad de expansión sensorial que se ofrece ajena al contenido inteligible; acción modulada a través de la inacción y no a través de la configuración expositiva de secuencias.

Vamos, el archiconocido ´no se entiende una mierda´; aunque lo que llevo peor es que su supuesta fuerza alegórico-visual no me seduzca el ojo.

Desfile de tomas laterales, avance en círculo, planos poco editados (poco corte, poco montaje, secuencias eternas). Travelling de hombre, mujer, pareja, niño… Vida, supongo.

Elementos de simbolismo psicotrópico y conceptual pululando por ahí, ya desnudos, ya vestidos: caballos blancos, barcas, fuegos, desierto, luz…

Que cada uno se busque, o no; que cada uno se encuentre o no… en la fotografía, el color y la profundidad de campo. Contar, en el sentido tradicional filmaffinitiano, no cuenta nada, y aunque parece indagar en esas piezas que forman el hombre y los elementos naturales como combinación vital de elevada trascendencia, se atisban pesados rasgos de grandilocuente, envejecida y autocomplaciente pataleta. Mesmerismo molesto y resacoso. Incomunicación y aislamiento… Existencialismo laberíntico de fin de trayecto.

Como intención, no obstante, es loable el soslayo de las estructuras puramente físicas de la imagen (en ese sentido, la cadencia y la permanencia de la atención en la insistencia del plano es esencial). Aunque este exceso alusivo a elementos intangibles, pasados por el tamiz sesentero hippy-afrancesado, la verdad, será un duro bocado para una gran mayoría de paladares.

Los 60; fúmense algo y a ver la peli. Escuchar estoicamente las canciones de Nico sin frotarse contra los cojines del sofá ya lleva premio.

“Philipe Garrel... era un ´maldito´ del cine francés, pero un maldito muy especial, pues Cahiers du Cinéma se ocupaba mensualmente de su obra...”
Enrique Vila-Matas (Crítica de Bloomsday para filmaffinity)

La cicatriz exterior que conserva Garrel del palo que le dieron en la cabeza cuando era pequeño.

Film experimental, pero experimental de cojones que nos trae, el para mí desconocido, Philippe Garrel. No llego a comprender como a alguien se le ocurre rodar tal memez. La única explicación posible es que hay algo en la cabeza del susodicho que no va bien, algo que chirría, una tuerca mal colocada o algo.

Escenas inconexas entre sí, rodadas al más puro estilo paparazzi, que es: coges una cámara y persigues al personaje hasta la extenuación o hasta que se acuerde de tu madre o hasta que te pegue una ostia. Cuando ves esta película empiezas a apreciar y a valorar el trabajo del cámara que persigue a la Esteban.

Al Nico este le tuvo que dar la risa cuando Garrel le dijo: "Tu da un paseo que yo te grabo. Lo llamameros "Film experimental", ¿cómo te quedas?".

Cine para mentes privilegiadas, abstraiganse coeficientes menores de 120. (Crítica de hermanonegro para filmaffinity)

Tan larga y profunda como lo lejano

Lo absurdo, como manejo instrumental se da de manera continuada en una película que, de pronto pareciera que se da a sí misma la concesión de ser un constante corto, queda demostrando a cada punto una capacidad que podría parecer evasiva de recuperar el carácter incidental de la imagen y el sonido, donde, con los recursos visuales de relativo refinamiento en su simpleza se prestan, en algunas ocasiones de manera floja a un gran ritmo de polisemia del espectador, lo cual no juego como virtud ni como defecto, quedando esto a cada quien. El viaje del protagonista, en un momento dado de la generación de clímax psicológicos, devuelve de manera violenta a lo que parecería un argumento de estructura paraca y sobria, para volver a perderse en la significación de búsqueda dada por la mujer y el niño, en el caso del arquitecto, ya que en mi opinión el personaje central no parece buscar en absoluto. Por ello se cuestiona el concepto del tiempo, la causalidad y la ubicuidad desde una amalgama con una actuación exploratoria que logra construir un nuevo lenguaje con gran constancia, con el propio director/productor vuelto actor, siendo esto un carácter procesal que habla del camino y no necesariamente del resultado, en una película No-Lineal por antonomasia. (Crítica de Nacho para filmaffinity)



 
Año:  1972

País:  Francia

Género:  Drama, Experimental

Dirección:  Philippe Garrel

Guión:  Philippe Garrel, Nico (diálogos)

Idioma: Francés

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