“La locura está hundida en el
discurso de la experiencia histórica y en la tajante realidad de los hechos
humanos. Pero, siempre eludida, siempre inapreciable, estalla como un confín y
al mismo tiempo se cierra como una peligrosa transparencia bajo las líneas de
fuerza de la razón dominante."
Michel Foucault.
En una de ocasión, Nash definió su
locura en los siguientes términos: “Me sentía como un profeta, solo, en medio
del desierto, con una verdad trascendente que transmitir y sin nadie a quien
hablar”. Y, en otra: “Era infeliz al recuperarme porque la normalidad no me
hacía feliz. La locura empieza cuando descubres una segunda realidad en tu
mente y a veces la eliges, porque te hace más feliz que la normalidad. Así
alcancé un punto en que yo era más feliz loco que cuerdo.”
Desde esa extrañeza radical que
separa a los cuerdos de los no convencionales han escrito muchos autores
condenados a una Hibris que supone la ruptura de las normas admitidas. Su mayor
aliada, la locura, aparece íntimamente unida a la creación literaria.
Demencia y talento se hermanan con
bastante frecuencia: Artaud, Nietzsche, Panero, Van Gogh son ejemplos de cómo
el arte conduce en ocasiones a la vesania, y viceversa. En esta ocasión el
contenido de varios trabajos literarios en los que la locura es un componente
constitutivo básico.
Lenz, del dramaturgo alemán Büchner,
conocido por su Woyzeck, que llevó a escena el visionario americano Bob Wilson,
es una novela breve en la que se narra la esquizofrenia de un poeta amigo de
Goethe. Lo que convierte al relato en un documento estremecedor es el hecho de
que su autor sufría también esa enfermedad alada
Dentro
de la hibris que condena a quien la sufre a un delirio irreal y al esfuerzo
titánico que acabará por destruirlo, Así Habló Zaratustra, la genial obra del
filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Una fortísima declaración de vitalismo en
forma narrativa por quien fuera profeta del mazdeísmo Zaratustra que contiene
altísimas cotas de lucidez, profundos desgarros y el germen delirante de lo que
acabó por llevar a la locura al atormentador escritor. Poseedor de un estilo
magistral, potente como la voz del profeta en el desierto de la banalidad, el
libro es absolutamente recomendable para quienes buscan emociones fuertes
cerebrales. También para los amantes de la buena literatura.
En el extraño libro de Artaud, Heliogábalo, el anarquista coronado, la
desmesura está más en el fondo que en la forma. Antonin Artaud, el genio loco
que renovó el teatro europeo y escandalizó a Francia, desgrana una escritura
sugestiva y compleja para recrear el delirio sexual de aquel emperador elegido
a los 14 años y asesinado en las letrinas por su guardia pretoriana cuando
tenía 18.
Diario de un
loco, de Nijinski,
representa la ruta a la locura del mítico bailarín, la antesala al momento en
que se sumió en el caos.
Elogio de la locura es, sin embargo,
un ensayo inteligentísimo e irónico del gran humanista Erasmo, que justifica
estar un poco loco para que te dejen en paz.
Y por último menciono esta monumental
definición de Ambrose Bierce, que a mi juicio es verdad axiomática.
Loco,
adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia
intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y
acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que
no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. - Diccionario
del Diablo, Ambrose Bierce-
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